CRÓNICA EN VERSO
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¿Había dicho yo que los turistas habían empezado a emigrar? ¡Ja!
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Esto es Rodas
el turismo de masa que nos espera,
ser masa, aminorar costos
evitar molestias, vivir cómodo.
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Caigo en la cuenta
de lo rápido que va esto,
y es que los sentidos se me llenan cada mañana
apenas despierto;
doy una patá y se llena la cesta de melones o versos.
Así que mejor no me vuelvo a casa
mientras la curiosidad y las palabras
no se vayan con viento fresco.
Hoy, por ejemplo, son los turistas mi recreo
bichos raros y curiosos,
ciento y la madre todos ellos.
Ayer fue el mar
anteayer los griegos de Homero
el sol, el otoño;
hoy ellos,
primero un riachuelo
luego una riada
todos en masa
buscando algo con que llenar el talego
de sus cámaras:
palomas, muros pacientes y viejos,
algo que mostrar
a la vuelta a casa a hijos y nietos.
Terribles hijos de agosto
como caballos de Atila
arrasando el pueblo entero.
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Yo llené también mi cámara
con esta gente de pantalón corto
que deja pasar el tiempo
mirándose unos a otro
mientras llega la hora del almuerzo.
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El dinero corre,
así que es bueno,
sobre todo para el bolsillo de los griegos.
Demasiado ruido y movimiento,
horror,
tantos colores, tantos jubilados
tanto italiano;
andiamo a vedere...
y el hombre grueso de grandes entradas en el pelo
tira de la prole caravasar adentro.
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Uno debería sacar partido de todo esto,
y en ello ando esta mañana
después de escribir un par de cartas
y colgar aquello de la calle olía a café,
últimamente siempre versos.
Por eso no me voy a casa
pese a esa sensación de proscrito que a veces tengo.
Me anima llenar los sentidos cada mañana,
ayer de hermosas estatuas,
de mar, de rostros que miran pasar la vida
asombrándose con sonoros ecos,
de barcos de hierro
que surcan las aguas
en las que ya desaparecieron
las sirenas, los aquiles,
donde ya no hay argonautas, ni odiseos.
Aquí ya nadie espera a nadie,
Penélope dejó la calceta,
los pretendientes murieron;
ahora sólo aquel espectáculo del mar
-tan hermosamente bello-,
los viejos muros del recuerdo,
mirarnos los unos a los otros,
hacer turismo,
curiosear cómo los otros vivieron.
Y por supuesto, sacarles los cuartos al turista;
pase: seis euros subir a la torre que mide diez metros.
¡Joder, seis euros!
que si fuera el campanile de San Marcos, todavía,
pero esto...
Esa es la consigna: sacar dinero.
Cojones con el asunto,
tiempos llegarán en que nos cobren
por mirar al mar,
ya, ya lo veremos.
.
Estas rosas estaban en la basura,
ya me imagino yo el cabreo de la moza,
igualito que mi amiga que escribe cuentos
y que cuando le da la vena
a la cabeza me tira tiestos;
tirar pardiez las rosas al basurero,
¿dónde se ha visto eso?
.
A veces cualquier paseo
sirve para llenar un blog de éstos.
Por ejemplo,
hoy he vuelto a ver a un griego
que hablaba solo a voz en grito
o declamaba versos.
Vi a muchos y en un principio pensé
que andaban un poco locos, o acaso ebrios,
pero no era eso;
hombres de buena barriga y aspecto serio
que hablan alto, naturalmente en griego,
como si vendieran
algo que no está a la vista
como si se quejaran de la suegra,
no sé, acaso del presidente del gobierno.
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Por hoy termina esta crónica de Rodas,
mañana a esta hora estaré no muy lejos,
una isla minúscula, Tilos, que me ofrece
un par de caminatas
que ya me va pidiendo el cuerpo.
Hasta entonces, un beso.
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