Acaso una explicación

Atenas, 16 de septiembre

ACASO UNA EXPLICACIÓN

.

porque si el amor

puede no ser ajeno al desdeño

como escribí ayer,

quizás convenga

para comprender este monstruoso

compendio de contradicciones

que nada es ajeno a él,

que todo lo que le nombra

puede nombrar a su contrario;

una lucha sin cuartel

haya o no sangre,

porque nuestro ánimo

dispuesto a simplificar

sólo define aquella parte del día

en donde no existe la noche que testifique,

siendo que noche y día,

anverso y reverso

paz y guerra

son los componentes

sin los cuales no cabe

hablar de la totalidad del ser;

y por ello, con más razón,

de eso que llamamos amor.

.

Acaso aceptar que la guerra

es un componente

sine qua non de la vida

que va contra la forma superficial

que tenemos de ver la realidad,

una moral que aprendimos

desde siempre

para olvidarnos definitivamente

de nuestro lado más oscuro.

.

Infierno y paraíso,

en esos términos se expresaron los hombres

cuando hubieron de inventar a los dioses,

su irresoluta presencia

uno dentro de otro;

como esos gusanos

que se comían el otro día

a la cabra muerta.

Los gusanos ya estaban dentro de ella,

sólo bastó que la vida bajara la guardia,

la cabra hincara sus rodillas en el suelo

para que un ejército de ellos

poblaran y devoraran su cuerpo.

.

Porque si no es así

y todo fuera “como tiene que ser”

luces sin sombra

calor sin frío

paraíso sin infierno,

amor impoluto,

estaríamos hablando de un mundo que no existe,

olvidaríamos que para nadar

necesitamos la resistencia del agua,

para correr el impulso sobre el suelo,

siempre el corazón de las tinieblas

tras cada curva del río;

el miedo a perderlo todo

la inquietud asomando la cabeza

entre las sábanas...

porque la vida nace

de la oposición de los contrarios,

de la lucha por definir

nuestros propios límites,

de la disposición de nuestro amor

para enfrentar una batalla más.

.

La única mentira es esa que afirma

que el amor es un cuadro acabado,

que la felicidad es un frasco de formol.

Quizás por ello tantas mentiras,

porque quisimos ser enamorados

sin aceptar que el infierno

está en cada célula del cuerpo,

que el bien y el mal,

la luz y la sombra,

forman la íntima sustancia

de que está hecha nuestra carne.

.

De todos modos

raro muestrario de verdades éste

que para expresar el amor

ha de recurrir a la escondida violencia

de las armas,

a los incisivos en la yugular,

que se manifiesta en los ojos llenos de sangre.

... Extraña manera de amarse, si.

.

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